¿De donde debe emerger la comunicación con nuestros hijos?

La comunicación con nuestros hijos debe emerger del corazón y es que cuando no emerge del corazón es una comunicación rota, sin profundidad, de afán, sin límites, sin empatía, lo cual los niños y adolescentes sienten y contestan de la misma forma.

En el mundo en el que vivimos tanto padres como madres trabajamos aunque los niños podrían decir que trabajamos demasiado y que ellos preferirían tener menos (cosas) pero gozar más de la compañía de sus padres sin afanes, más bien con sus orientaciones, con sus muestras de cariño tales como abrazos, caricias, sentándose cerca de ellos, compartiendoles lo que les sucedió en el día, en el trabajo, hablar de sus sentimientos, metas y quizás leer un cuento, hacer un dibujo, preparar algo especial en la cocina o simplemente acompañarlos en el proceso de las tareas.

¿Pero qué pasa? Los padres insistimos en trabajar más para gastar más, tal vez en cosas superfluas que después quedarán en un closet o en una recogida para regalar porque los niños realmente después de los primeros días no los volvieron a utilizar. Otros trabajarán para darles a esos hijos cosas o bienestar que ellos nunca tuvieron o que simplemente tanto hijos como padres desean disfrutar.

Algunos jóvenes se sienten solos y aunque a veces no quieren hablar con sus padres, cuando lo quieren hacer estos no están o no hay la confianza suficiente para hacerlo, es posible que comiencen a consumir drogas psicoactivas pero los padres no se dan cuenta porque creen que sus comportamientos están acordes con el proceso de la adolescencia y además porque una buena parte de los padres no están en casa, estas y muchas otras situaciones más podríamos enunciar como consecuencia de la falta de comunicación en la crianza de los hijos.

La comunicación con nuestros hijos comienza desde que ellos están en nuestro vientre, y es cuando comenzamos a hablarles y a comentarles lo felices que estamos con su llegada, también es cuando los acariciamos y les expresamos de una manera gestual que los amamos, la comunicación con los hijos se va acentuando, profundizando y tomando muchas formas de acuerdo a cada madre, a cada padre, porque todos somos diferentes, venimos de formas de crianza diversas pero siempre podemos mejorar en nuestra expresión del amor…éste simplemente sintiéndolo nos irá dando las pautas para acercarnos, detenernos, ser más expresivos en ciertos momentos, menos en otros, expresarlo a través de palabras, de gestos, caricias, compañía, presentes, en fin…

El calor del hogar lo es todo para un niñ@ o adolescente en su crecimiento, bien sea este hogar compuesto por papá y mamá, solo por mamá, solo por papá, o por dos papás o por dos mamás como se está dando en la actualidad en muchos países, o por mamá y una abuelita, o un tío, en fin, lo importante es cómo está concebido este ambiente, ¿reina el amor? ¿el respeto? ¿las responsabilidades? ¿la solidaridad? ¿la lealtad? ¿honestidad? ¿el ¿compartir? ¿el ejemplo?, sabemos todos lo que le está pasando a la abuelita o al adolescente que esta enamorado pero la niña de la cual está enamorado no lo sabe?

Este compartir es el que dará a los hijos la confianza en sí mismos, la capacidad de expresarse sin miedos, de preguntar, y de preguntarse a sí mismo sobre las cosas de la vida, del colegio, de los amigos, de la importancia del ser y del hacer con responsabilidad.

Por eso ya está revaluado el que solo es importante la calidad de tiempo que se les de a los hijos, ahora no solo es importante la calidad sino también el tiempo que se les dé, pues así se podrá compartir más y lijar asperezas más rápidamente u orientar en sus necesidades, es tener tiempo con ellos para compartir el amor de diversas maneras.